domingo, abril 26, 2009

El Zar de Vallecas

Petia Petrov posando con su mamá ante la placa de su peña, en Vallecas.
Foto: FT.

Petr Petrov, Petia, llegó a los 16 años a España desde Stravopol, en el sur de Rusia, cerca del Cáucaso, y desde entonces se dedica a un trabajo que ni siquiera tiene su correspondiente codificación en la lista de ocupaciones de la administración: boxeador.

Con 24 triunfos, dos empates y dos derrotas, podría aspirar a ser campeón de España de la categoría superpluma (entre 57 y 59 kilos), pero aún no tiene la nacionalidad española, por lo que no puede competir por ese título. Todos los nacionales de un país que no haya sido colonia española necesitan diez años de residencia legal en España para poder solicitarla. Los ciudadanos de países latinoamericanos que alguna vez fueran colonia española, al igual que Guinea Ecuatorial y Filipinas, sólo necesitan dos años.

Ahora que ha cumplido los diez años en España, Petia comienza el trámite de nacionalidad, que puede tardar entre un año y medio y tres años. Mientras tanto su padre, que vive en Rusia, intenta moverse para que tenga la posibilidad de competir por el título de su país.

Sin embargo, aunque no tenga aún la nacionalidad española, Petia ya es considerado un vallecano más, lo que queda demostrado por el hecho de que los miembros de la Asociación Cultural Rompe y Rasga, Grupo Castizo de Chulapos de Madrid, de Vallecas - uno de los barrios más tradicionales de la capital - hayan decidido que este centro sea la sede de su primera peña de aficionados.

Así, entre chotis y pasodobles, cervezas y picoteo, y una pantalla gigante en la que se proyectaban fragmentos de sus peleas, quedó fundada la primera Peña Petia Petrov "El Zar".
Los seres humanos siempre estamos más adelantados que nuestras leyes y nuestra burocracia. Por ejemplo, un amigo suyo, Luciano Cuello, argentino y de La Plata, que peleó en México contra Julio César Chávez Jr., el hijo del multicampeón mexicano, no pudo venir a entrenar para ese combate a España porque no le permitieron la entrada por cuestiones de papeles. Fue entonces Petia quien viajó a Argentina para ayudarlo a entrenar. Aunque después fue a él a quien no dejaron entrar a México por motivos similares. (La actuación de Cuello, aunque perdiera por puntos, fue muy elogiada en el país azteca, en una pelea que fue seguida con preocupación por el mítico Chávez padre). Otro amigo y colega de Petia, Gabriel Campillo, es un negro alto con pinta de dominicano quien, cuando le pregunto de dónde es me dice que de Madrid, que nació aquí.

Así que hoy escribo de esto porque me gusta que, de vez en cuando, el sentido común venza a la estupidez. Porque me parece estupendo que una asociación cultural tradicional de Madrid reconozca como uno de los suyos a un ruso que es tan madrileño como cualquiera de nosotros, que también somos madrileños aunque seamos americanos.

viernes, abril 24, 2009

Los verdaderos protagonistas

Mi nombre es nadie. El viaje más antiguo del mundo es el título de un libro con cuatro CDs de audio, con treinta reportajes radiales dedicados a esas personas que arriesgan su vida lanzándose en precarias embarcaciones, desde diversos países africanos, para llegar a España, donde consideran que tendrán más posibilidades de lograr una meta sumamente ambiciosa: cumplir sus sueños. Más ambicioso es, de todos modos, el hecho de lanzarse a tal viaje arriesgando seriamente su vida.
Una gran obra periodística que, como los mismos autores explican, incluye una introducción para explicar quiénes son los africanos, qué es África, por qué se van, cómo llegan, describe los lugares por lo que pasando en su viaje, los último puntos de partida hacia Europa, el papel de la familia, las asociaciones que intentan que se respeten sus derechos, la especial situación de las mujeres y los menores, las mafias, la actuación de los gobiernos y las autoridades, los regresos y las repatriaciones, la vida de los que llegan, y por supuesto, historias individuales.
Sus testimonios, un rosario de engaños, estafas, violencia y atropellos por parte de los patrones de los barcos y de las autoridades de los diferentes países - en el caso de las mujeres se añaden los abusos sexuales -, permite ponerles una identidad y conocer a fondo un fenómeno del que permanentemente recibimos noticias superficiales, cuyos protagonistas vemos a diario en las calles - aquellos que lograron llegar, que no cumplen sus sueños, pero que no quieren volver a su país - pero del cual sabemos muy poco. Casi nada.
Las fotografías son de Juan Medina, argentino universal, compatriota y compañero, posiblemente quien mejor ha retratado el drama de quienes llegan a España procedentes de países africanos en una odisea en la que se juegan la vida. Y de quienes no llegan pero sí el que fuera su cuerpo, aunque sea para que sea retratada la brutalidad de este asunto.
En una ocasión, Juan me decía, hablando de un premio ganado por un colega de quien yo destaqué cierta valentía para meterse en sitios poco recomendables en busca de las mejores imágenes: "Pero eso no importa".
- ¿Y qué importa?
- Los que salen en las fotos.
Comparto absolutamente ese punto de vista. El periodista no importa. Importan los que salen en las fotos. Desprecio a aquellos colegas que se creen más importantes que los protagonistas de sus historias.
El elogio de esta obra no debe hacernos perder el norte: lo que importan son los verdaderos protagonistas. Aunque los autores de este libro se llamen Carla Fibla y Nicolás Castellano. El cometido de estas producciones periodísticas no es el éxito de sus autores, sino algo mucho más simple e importante: dar voz y poner nombre, dar una identidad, a los protagonistas de sus historias.