martes, mayo 19, 2009

La ultraderecha es terrorismo: en memoria de Carlos Palomino

Hace aproximadamente un año y medio, en noviembre de 2007, tras el asesinato del adolescente antifascista Carlos Palomino en Madrid, escribí un artículo para un blog colectivo llamado Madridean, hoy discontinuado.
En ese momento reflexionaba sobre la falta de coherencia de un gobierno (del partido Socialista para más inri, aunque lo mismo sucedía con el gobierno centroderechista del partido Popular) que autorizaba manifestaciones de grupúsculos políticos contrarios a la convivencia, la paz, la tolerancia, el respeto y los derechos humanos, a la vez que ilegalizaba a otras formaciones políticas de similares tendencias, la llamada izquierda abertzale vasca, idéntica en el desprecio a la vida y a esa mayoría que es diferente a ellos.
Rescato ese breve artículo como homenaje a Carlos Palomino, días después de que se hicieran públicos los videos del metro de Madrid a través de los cuales queda clara la utilización deliberada y fría de técnicas para matar del militar profesional fascista que asesinó al joven, que tenía 16 años.

¿Un crimen por motivos políticos no es terrorismo?
Antes, dicen, había dos Españas. Ya no. Al menos no como hace 70 años.Hay una España de gente que trabaja, que crea, que se rasca la barriga, y que comparte un montón de características comunes. Una España que comparte pasiones, un país, una geografía, comidas, cañas, tapas y juergas.

Sigue habiendo en España puntos de vista diferentes, pero razonablemente respetuosos con el prójimo, con el marco de convivencia, con la Constitución, con la ley. Con sentido común.

Sin embargo, hay un puñado de energúmenos que, aburridos de sus propias impotencias personales, reviven fantasmas del pasado, sentimientos de odio pasados de moda, y dicen que hay que seguir defendiendo a España de los invasores. Son muy ruidosos y atraen la atención de los medios con mucha facilidad.

¿Quiénes son estas personas? Unas quinientas se reunieron el pasado fin de semana en la Plaza de Oriente para recordar a su caudillo. Otros tantos lo harán este 20 de noviembre en Moncloa para marchar hasta el Valle de los Caídos.

¿Y de qué amenaza externa tienen que defender a España, ahora que no existe el comunismo internacional ni la Unión Soviética? De los inmigrantes, de los trabajadores que vienen a robar el trabajo desde el exterior, de los delincuentes que llegan a sembrar de pánico las calles españolas. De los moros pueden volver a conquistar España por medio de la inmigración.

Los que se manifiesten en Madrid este 20-N para recordar a Francisco Franco no lo harán sólo pensando en la guerra que ganó (si es que en una guerra se gana) su caudillo hace más de medio siglo, sino que trasladarán sus ideas al presente. Y culparán de sus males al Gobierno, que permite la entrada de inmigrantes.

La televisión e internet nos vienen informando hace un tiempo sobre algunas agresiones racistas, como la sufrida por el economista congoleñó Miwa Bene, de 42 años y padre de dos hijos (tetrapléjico tras ser golpeado en la nuca por el español de 29 años Roberto Alonso de la Varga, por ser negro); o la padecida por una joven ecuatoriana agredida en un tren de cercanías catalán por el joven Sergi Xavier M.M.; o el colombiano Jaime F.R., de 53 años, lleno de magulladuras y con un brazo escayolado tras ser apaleado por un grupo de neonazis en Las Rozas. Este tipo de incidentes no pueden ser completamente desvinculados de motivaciones políticas.

Los pequeños movimientos ultraderechistas españoles se están envalentonando en los últimos meses, a medida que se acercan las elecciones, azuzados desde partidos legales como Democracia Nacional. Mientras el Gobierno no pone fuera de la ley a formaciones que deberían estarlo, son los grupos de militancia antifascista los que salen a plantarles cara.

Todos nos enteramos hace dos fines de semana que, antes de un mitin que Democracia Nacional iba a celebrar en Legazpi, un soldado de las Fuerzas Armadas Españolas que asistía al acto como particular se topó con un grupo de antifascistas que iban a manifestarse en contra del acto. Que atacó a varios de ellos con un cuchillo, y que mató a un joven de 16 años. Esto mereció la condena de los más diversos sectores de la sociedad, pero sólo consiguió que se manifiesten en el centro de Madrid unos pocos miles el domingo 11 y otros pocos miles el sábado 17. La mayor parte de ellos, militantes de algún colectivo de izquierdas. Pero no se oyó la condena unánime de toda la sociedad española.

¿Por qué ante una muerte por parte de ETA salimos todos a la calle, y no por la muerte de un joven por motivos pura y exclusivamente políticos, a manos de una persona con formación militar, proporcionada además por el Estado español?

¿Esto no es terrorismo?

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A continuación, comparto con ustedes dos versiones de las grabaciones de esos trágicos momentos. Una versión más corta, con audio y una frase final que comparto ("Los fascistas son terroristas, no gamberros"), y otra más larga y completa, con explicaciones.




La versión larga, con explicaciones:

3 comentarios:

María dijo...

Por triste que parezca, la muerte de alguien ya no impresiona...sean las razones que sean las que la han causado. ¡Muere tantos anónimos! que al menos Carlos P. te tiene a tí para recordarle...Y yo, contigo.
Un abrazo

Feliciano Tisera dijo...

Gracias, María, por unirte a la memoria de este joven.
Un abrazo...

el winco verbal dijo...

Es este el mundo.
Lo conocemos cada vez más de cerca.